martes, 16 de agosto de 2011

La libertad es directamente proporcional a la soledad


He llegado a la conclusión de que soy una confusa empedernida. Confundo números, restas, divisiones y multiplicaciones. Confundo risas con llantos, confundo palabras con sentimientos. Y confundo términos...

¿soledad o libertad? ¿libertad o soledad?...

En realidad... ¿soledad no es más que libertad, y libertad no es más que soledad? Son como el placer y el dolor, lo que pasa es que la gente no se para a pensarlo, o simplemente no le dan la más mínima importancia. Pero un 14 de agosto, perdida entre mareas de personas que no me importan lo más mínimo, y mirando al mar fui capaz de pensarlo... ¡o confundirlo! Ese mar, el que nos inspira tanto, el que anhelamos, envidiamos, estudiamos y dedicamos canciones, y si se puede decir, románticas siempre. Tan grande y profundo, tan azul y transparente a la vez. Cambia dependiendo del día y es más cálido o frío dependiendo de las corrientes. Se podría decir, que las personas somos como un mar ¿no? Todos los adjetivos anteriores nos describen. Somos difíciles de dominar y navegar, pero por la noche y con luna llena, somos océanos de pensamientos que compartir. Profundo, lleno de vida, inmenso y  tan precioso que a veces no te salen las palabras. Una de las cosas más libres que existen, sin ataduras ni reglas; una de las cosas más solitarias y frías...
Libertad, soledad y mar.
Porque cuando estoy en él me siento tan pequeñita y ligera como grano de arena, tan libre como un pájaro, y por eso regla de tres...en soledad. Tan diferentes somos que hay gente que la anhela y otra que la aborrece. Yo personalmente soy un término medio...un término confuso, sin respuesta; como en todo.
Aunque solo tengo una cosa clara. La libertad es directamente proporcional a la soledad; por lo que la libertad siempre está presente en nosotros, igual que la soledad nunca nos abandona.

Tan cierto como que el mar es salado, y tan triste como que amar duele.

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