sábado, 22 de junio de 2013

Esta no es una historia de amor.


Notar la presión de tus labios en mi nucarecordándome que estoy viva, erizándose cada poro que se despierta con una sensación de frescura. Y entonces cierro los ojos,tu me giras y me escondes entre tus brazos, y poco a poco con temor te recorro. Desnudándote con la mirada, con prisas y atropellos mientras mis manos rompen todo aquel obstáculo que se encuentre entre nosotros. Noto tu calor abrasando mi fría piel, derritiéndola. Madrid es demasiado inocente para ver este espectáculo  y tú y yo nunca lo fuimos. No estamos hechos el uno para el otro y eso es lo que más me engancha, morderte. hacerte daño y luego ir a lamer tus heridas, al igual que tu me arrancas el corazón con cada movimiento esquivo y me lo recompones con cada susurro que  me ofreces con tus yemas amándome desde la oscuridad.
Nunca la intensidad del amor dura para siempre, sin embargo los enemigos son para toda la vida unidos por aquel instinto de supervivencia. Nunca unos enemigos se miraron de la forma en la que nosotros lo hacemos. Nunca nadie deseó que su asesino volviera y le curase, para que luego le torturase haciéndole el amor contra la mesilla de su habitación, viendo como se alejaba al acabar.
Yo nunca fui cómo las demás y tal vez por eso me odias, tal vez amar demasiado provoca daños colaterales, de esos que nos separan cada vez que me miras a los ojos, de esos que me obligan a arañarte cuando me desabrochas la camisa. 
Lo que no saben es que el diablo una vez fue ángel, cada demonio busca la luz en la oscuridad. Por eso por mucho que lo evitemos, al besarnos chocamos, como dos polos opuestos que llegan al clímax cada vez que incumplen las reglas, cada vez que te saboreo esas noches que me encuentro atrapada en aquel hueco en lo bajo de tu espalda y siento tus dedos entrelazándose entre mi enredado cabello, entre mis pensamientos en donde tu nunca te vas. Calados, hasta nuestro último aliento de vida, calados el uno del otro. Empapados de vida dejándonos cuidar el uno por el otro con nuestras ganas de matar a los demás para no matarnos a nosotros mismos.
 Y lo hubiese hecho, inventarme el firmamento, incendiar el océano, amar al odio, mentir, manipular, matar, perdonar. Calarte hasta los huesos una vez tras otra, decirte cuánto te quiero al oído desnudándote entre el lavabo y la puerta, beberme el amor que sólo tu y yo sabemos que me brindaste directamente de tu boca y largarme. Y entonces me mirarías y me dirías lo mucho que me odias, sabiendo tan sólo nosotros que el odio es el mejor sentimiento que puede regalarse a un amante, pues significa que estarán unidos hasta la muerte.

Esto no es una historia de amor;
                           es una historia sobre el amor en estado puro, 
                                                                                                     bello, colosal, 
                                  peligroso y mortal.
Es belleza.