viernes, 29 de noviembre de 2013

El precipicio de Olivia. Los dedos del saxofonista. Segunda parte.

Y así caían los inviernos del calendario de la nevera.
Ella aprendió anatomía. La suya. Conocía las paredes del corazón de Javier como la palma de su mano, a veces incluso, jugaban a ser humanos entre esas cuatro paredes. Comprendió la enfermedad que atravesaba a su amado tanto que se convirtió en su música. Le amó tan fuerte que se olvidó de que el frío seguía por sus venas cada vez más cerca del motor. Cada noche moría un poco más, y entre sus manos asomaban ruiseñores por sus labios. Cada costilla, cada nota contenía más amor que la anterior, hasta que finalmente terminaban exhaustos entre revoloteos y gemidos entrecortados, con las cuatro paredes empañadas de sentimiento, colosal y dañino, el que solo aparece, tal vez, cuando Madrid duerme... e intoxicándoles, conseguían llegar al clímax, al suyo propio en el que se escuchaban los te amo.
Sus noches eran caídas  y olor a trigo.
Sus días eran temblorosos y desafinados.
Sus días eran muy suyos, tanto que sólo aquellos que han conseguido amar por encima del amor propio, el amor al otro por encima del daño y la oscuridad, pueden comprender.
Su historia no es una historia llena de métaforas, sinapsis y sinestesías. Su historia no esta llena de mariposas volando por la habitación ni color rosa. La suya es una historia triste, tal vez inventada por su autora, que se siente invierno,sin duda no será la mejor historia escrita por ella pero en todo caso la historia de amor entre Olivia y Javier es la historia de amor que más amor esconde, la de dos amantes que se cuidan y son su medicina y que a pesar de las penurias, consiguen ser felices.
Ella logró que las manos del saxofonista dejasen de temblar y llegasen a tocar el cielo por debajo de su piel. Él consiguió que cada vez que cada vez que creaba arte, ella pudiese sentirse a salvo junto a él. La pequeña y débil niña de hielo.
No sabía por qué, pero cuando se desnudaba era el mejor momento del día. Podían respirar por sus poros las penas que la azotaban durante el día y dejarse ver sin maquillaje, solo escombros. Ella es así, escombros, pura ruina. Pura, colosal y quebrada. Era belleza. Más allá del sentido sexual que todos ven, conseguía por un momento ser capaz de dejar de mentirse a sí misma y escapar. 
Y tan sólo cuando alguien pudiese ver que ese cuerpo no es cuerpo sino alma, sólo cuando alguien pudiera rozarla sin quemarse y afinarla, Ella podría estar desnuda con él. "Me tomaré la curvatura de tu espalda como un sí" dijo él mientras la desabrochaba la cremallera e introducía sus yemas por encima de su corazón. Y así fue como la mayor creación de arte perduró en la historia. Consiguió afinarla, ardiendo yacía entre sus brazos, entre sollozos y susurros que la pedían que se quedase, y así fue como él consiguió por fin, perderse en su vacío, en el precipicio de Olivia.
Y fueron por fin, ruinas juntos
FIN


A veces las historias de dolor, son las que más amor muestran, las que no tienen fecha de caducidad y siempre dejan una puerta abierta.
Se quisieron más allá del dolor, tanto, que no pudieron soportar vivir sin poder estar juntos hasta la muerte.
E.

viernes, 18 de octubre de 2013

Los dedos del saxofonista. Primera parte.

Ella era una mujer de invierno, no conocía otra época del año. Su helado corazón bombeaba vacío hasta cada una de sus ramificaciones y el rubor de sus mejillas no era más que colorete rosado que se aplicaba para parecerse a las Barbies que caminaban por la calle.
 Aunque a ella le gustase la palidez de sus mejillas. Aunque ella soñase cada noche con alguien que pudiese tocarla sin congelarse y huir.
Aquel día, Olivia tenía más frío de lo normal, resbalan copos de nieve por sus mejillas y sus venas tornaban azules. Ella se consolaba pensando que era de la realeza, alguien especial, lo que no se esperaba es que algún día lo sería para alguien. Estaba sentada en el alféizar de su ventana, notando como el calor luchaba por entrar en su cuerpo, evaporándose la nieve y cómo sus alas esperaban poder abrirse. De repente, comenzó a oír una melodía preciosa de jazz, parecía venir del piso de arriba, el nuevo vecino.
Esa noche no podía dormir, como todas las noches, pero esta vez fue por aquellas notas... le recordaban a algo...algo que conocía y que no lograba recordar... Así que cómo buena impaciente subió corriendo hasta el 4B y aporreó la puerta.
A los dos minutos abrió la puerta un hombre en pijama, robusto con rasgos suaves. Se quedó mirando atónito a aquella "personaja" vestida con unos calcetines de lana, una camiseta que le enmarcaban sus costillas y su pelo moreno alborotado sobre aquellos labios tan seductores.
-¿Mmm... si? 
- Disculpe ¿qué melodía tocaba ayer con su saxofón?
-Pues.. Creo que se refiere usted a... ¿perdone pero no podía haber venido a otra hora que no fuese las 4 de la mañana? - dijo confuso el nuevo inquilino-
- Sí, pero dígame cuál era.- contestó con su característica mezcla de naturalidad,inocencia y picardía.
-Era "Penélope" de..
-Muchas gracias, ¡Me llamo Olivia por cierto! Bienvenido.
-Yo me llamo Javier...y ...y bueno soy saxofonista. ¿Quiere usted verlo?
Y claro, cómo no iba a quererlo la curiosa Olivia. Cómo dicen, la curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo. Así era ella.
Se pasaron la noche sin hablar, simplemente mirándose mutuamente y tocando el saxofón, se conocieron hasta tal punto, que no hacía falta mentirse.
Ella se dio cuenta del leve tembleque que le azotaba cuando tocaba el saxofón,  cómo se humedecían los labios de aquel extraño al soplar la boquilla y lo profundos que eran sus ojos negros. ¿Decir que la ponía caliente suena un poco contradictorio, no? A pesar de que esa era la sensación que la llenaba cuándo estaba con él; una mezcla de miel y trigo... y de sol... y de...de..felicidad, que le encantaba y la hacía sentirse fuera de lugar.

Él se dio cuenta de lo fría que estaba cuando se rozaron sus manos unos segundos, lo largas que eran sus piernas y el leve tembleque de ella cuando él se acercaba. ¿Decir que con ella se sentía a salvo suena demasiado precipitado, no? A pesar de que con ella notaba su corazón precipitar al vacío, a su vacío, al de su tez blanca y sus labios rojos que pedían gemir ruiseñores.

Después de aquella madrugada, Olivia no dejo pensar en él. Ni él en ella.

Todo el mundo tiene una debilidad por la que traicionaría todos los principios que podría haber llegado a tener.

La de él era aquella maravilla desafinada con insomnio.
La de ella eran aquellos dedos temblorosos de saxofonista.
continuará...














lunes, 26 de agosto de 2013

Microrelato: Las siete vidas de tus ojos de gata.

 Y aquí estoy, rompiéndome las uñas arañando las horas al reloj en vez de castigar tu espalda por romperme mi tanga nuevo en esos prontos que tuvimos y que tanto nos gustaban. Aquí me tienes, enumerando los vicios que me contagiaste y que ahora llevo colgados encima delatándome ante cualquier otro pretendiente que me pregunte ¿Perdona cariño, llevas perfume de hombre? queriéndole decir que es mi olor corporal, que expira lo poco que me queda de tí junto al recuerdo de unos ojos miel que me miraban desde el otro lado de la acera con un paraguas gris. 
     Era primavera en Madrid, finales de Mayo y estaba preciosa teñida de rosa por los cerezos.
          Llovía, llovía a cántaros. Eran las once de la noche pero Gran Vía estaba invadida de la luz amarilla y rosa neón. Recuerdo que llevaba una chaqueta de cuero negra, unos hot pants vaqueros y una blusa blanca de estas que "dejan ver lo mejor de ti". No sé que hacía allí, solo necesitaba escapar, huir, dejarme llevar... iba cruzando la calle sin esperar que ningún hombre se chocase conmigo y me robase mi cartera con corazón incluido. Pero ocurrió.
       Sólo escuche su voz diciéndome lo guapa que estaba con mi chupa de cuero y mi pelo color fuego empapado enmarcándome las decepciones bajo mis ojos rasgados y mi pícara sonrisa." Y me encontré bebiendo ginebra para dos, con las medias rotas y las uñas rojas sonriendo como una imbécil al hombre de los ojos color caramelo.
       Recorrimos Madrid,  recorriste con tus yemas cada una de mis vértebra y nos corrimos bebiéndonos lo mejor de nosotros, quedándote así con todo lo que llevaba encima, así cómo el poco amor que aún tenía que ofrecer. Grabé en mi mente el roce de tu olor cuando me apartabas el pelo y me lo colocabas tras la oreja, la presión de tus labios sobre los míos, las gotas de lluvia cayéndome directamente de tu pelo, las pisadas sobre los charcos que reflejaban cada intrusión de tu mano bajo mi pantalón, las farolas que desvelaban mi piel de gallina cada vez que susurrabas mi nombre y el hueco que se formaba entre mis costillas para dar cavidad al tuyo.           Estuve en tu interior por una noche, me colé en tu saliva conociendo cada sabor, decisión y pensamiento de tu vida, conocí tus entresijos. Fui la mujer de tu vida por una noche y supiste que lo era por la forma de sacar la lengua cada vez que sonreía, la forma de mirarte cada vez que hablabas y la extraña forma de actuar cuando caminaba por las calles sin saber ni pensar que es lo que querías de mí. Ahogaste tus ansias y alientos en mi nuca  y refugiaste tus miedos en lo más bajo de mi espalda. Creo que hicimos el amor, de ese que pocas veces existe. Era belleza. Eran dos almas quebrándose para fundirse en una. 
Pero entonces amaneció y supimos que había llegado el final.
-¿Qué ocurre ahora?
- No lo sé Marina.
   En el fondo sabíamos que algo tan intenso y fugaz sería nuestra ruina, aunque unas ruinas por las que tal vez valdría la pena morir.
  Acordamos vernos cada vez que la lluvia inundase Madrid. Quedaríamos a la misma hora y lugar en que todo sucedió, con la condición de que sólo acudiríamos si estábamos seguros de que valdría la pena volver a vernos.
- Pero tu no volverás -le dije-.
-Creo que eres el tipo de chica por el que un hombre volvería, ojos de gata.
  Y aquí estoy, sentada bajo la lluvia viendo como caigo, capaz de gastar mis siete vidas si eres tú el que me las roba, ronroneándote lo mucho que te quiero y queriéndome pasear entre tus piernas cada mañana. Pero no estás, no estás. 
 El reloj marcó las 11: 01. Mis pulsaciones se dispararon cuando te vi cruzar, agarrándome de la cintura y susurrándome "Estaba deseando que lloviera para decirte de la forma menos tosca posible que quiero recorrer Madrid contigo, pero no sólo una noche, si no las siete vidas de tus ojos de gata, Marina"


domingo, 28 de julio de 2013

Cuatro paredes, una bala, un beso y un adiós.


Enamorarse es enfrentarse a una guerra y ella sin fuerzas, estaba fuera de combate. 
La dolía el cuerpo, magullada en cada caricia no dada en la espalda y en cada casi beso en el cuello. Le escocían los labios de los olvidados mordiscos que le dieron entre la espada y la pared, ardiéndole la cara interior del muslo cada vez que activaban la bomba de relojería y a punto de saltar por los aires ella rogaba a Dios. Y al notar el aliento en su delantera, con miedo a volver a perderse entre suspiros y promesas, pedía refuerzos a su conciencia que, a medida que sentía con cada vez más cercanía la piel del enemigo se desvanecía dejándola desamparada y con el corazón palpitando esperanzas.
Y se despertaba en campo enemigo enamorada y confundida, refugiada entre sábanas y abrazos que terminaban en revolcones y pérdidas de su coraza , y huía con el pelo alborotado, miedo a perderlo o perderse, unas bragas de menos, y alguna mariposa de más.
Día tras día, tras las trincheras con perfume de Dior y lencería nueva dispuesta a salir al encuentro del contrincante. Y cada día perdía más la cabeza... o el corazón, ¿quién no arriesga no gana dicen, no?

Mujer kamikaze que adoraba estar secuestrada entre cuatro paredes, siempre que fueran las de él, jugando a ser humanos y dejarse matar poquito a poco por la búsqueda de calor de sus dedos alrededor de sus caderas y su ansia de sed que se escondía en los labios de ella. Porque aunque ella sabia que su corazón moriría a manos de su enemigo, si era su bala quién la mataba dolería menos.
No podía abandonar, ya no.
A la larga las mariposas crecen y duelen, demasiado, y al morir se llevan consigo la esencia de cada beso a escondidas en el callejón, cada abrazo por la espalda, cada roce de manos y los orgasmos que él robaba cada vez que se inmuscuía entre los placeres y virtudes de ella.
Pero como en toda guerra siempre hay perdedor,  se despidió de su talón de Aquiles con un beso en los labios y una bala en el corazón que sangraba sus últimas palabras "Te querré hasta nuevo aviso".

sábado, 22 de junio de 2013

Esta no es una historia de amor.


Notar la presión de tus labios en mi nucarecordándome que estoy viva, erizándose cada poro que se despierta con una sensación de frescura. Y entonces cierro los ojos,tu me giras y me escondes entre tus brazos, y poco a poco con temor te recorro. Desnudándote con la mirada, con prisas y atropellos mientras mis manos rompen todo aquel obstáculo que se encuentre entre nosotros. Noto tu calor abrasando mi fría piel, derritiéndola. Madrid es demasiado inocente para ver este espectáculo  y tú y yo nunca lo fuimos. No estamos hechos el uno para el otro y eso es lo que más me engancha, morderte. hacerte daño y luego ir a lamer tus heridas, al igual que tu me arrancas el corazón con cada movimiento esquivo y me lo recompones con cada susurro que  me ofreces con tus yemas amándome desde la oscuridad.
Nunca la intensidad del amor dura para siempre, sin embargo los enemigos son para toda la vida unidos por aquel instinto de supervivencia. Nunca unos enemigos se miraron de la forma en la que nosotros lo hacemos. Nunca nadie deseó que su asesino volviera y le curase, para que luego le torturase haciéndole el amor contra la mesilla de su habitación, viendo como se alejaba al acabar.
Yo nunca fui cómo las demás y tal vez por eso me odias, tal vez amar demasiado provoca daños colaterales, de esos que nos separan cada vez que me miras a los ojos, de esos que me obligan a arañarte cuando me desabrochas la camisa. 
Lo que no saben es que el diablo una vez fue ángel, cada demonio busca la luz en la oscuridad. Por eso por mucho que lo evitemos, al besarnos chocamos, como dos polos opuestos que llegan al clímax cada vez que incumplen las reglas, cada vez que te saboreo esas noches que me encuentro atrapada en aquel hueco en lo bajo de tu espalda y siento tus dedos entrelazándose entre mi enredado cabello, entre mis pensamientos en donde tu nunca te vas. Calados, hasta nuestro último aliento de vida, calados el uno del otro. Empapados de vida dejándonos cuidar el uno por el otro con nuestras ganas de matar a los demás para no matarnos a nosotros mismos.
 Y lo hubiese hecho, inventarme el firmamento, incendiar el océano, amar al odio, mentir, manipular, matar, perdonar. Calarte hasta los huesos una vez tras otra, decirte cuánto te quiero al oído desnudándote entre el lavabo y la puerta, beberme el amor que sólo tu y yo sabemos que me brindaste directamente de tu boca y largarme. Y entonces me mirarías y me dirías lo mucho que me odias, sabiendo tan sólo nosotros que el odio es el mejor sentimiento que puede regalarse a un amante, pues significa que estarán unidos hasta la muerte.

Esto no es una historia de amor;
                           es una historia sobre el amor en estado puro, 
                                                                                                     bello, colosal, 
                                  peligroso y mortal.
Es belleza.


martes, 9 de abril de 2013

Paula.


Sí, es ella. Reconocería sus carnosos labios hasta en la huella de un vaso y sus piernas, y hasta su pelo en cualquier enredo de Madrid.
Pero ahora está aquí, completamente sola, abandonada... Fría.
Me acuerdo de esos ojos azabache, negros como la noche,rasgados, casi hablaban más de ella que su propia boca. Es ella. Definitivamente. Y no la confundiría jamás, porque ella... bueno, ella era diferente ¿sabes? No más de lo que podría a llegar a ser una chica cualquiera, de una cuidad cualquiera, pero ella inspiraba un aura especial, ella iba más allá que el resto, no se limitaba al exterior, a ella le gustaba profundizar, rascar hasta llegar a dónde pocos llegan. Me acuerdo de ella, ¡cómo no podría demonios! de esas curvas como precipicios que mataban cualquier mirada que todo hombre posaba en ellas, de su forma de caminar y el vaivén de sus caderas, ese ritmo frenético que golpeaban las aceras sus tacones. Siempre llegaba tarde, era insoportable, decía "que lo bueno se hacía esperar" con una amplia sonrisa en forma de excusa, se mordía las uñas y sin embargo se las pintaba de colores alegres en un intento vago de dejar de hacerlo. Nunca lo conseguía.
 No entiendo que hace aquí, sin vida... ella siempre vibraba luz, era tan... Géminis. Sí géminis, así se definía ella. Tan de extremos. Su aspecto de mujer chocaba con esa forma niña de alegrar a la gente, le daba igual hacer el ridículo con tal de hacer feliz a los suyos .
Ella era capaz de susurrarte con la punta de su lengua los vicios más oscuros rodeada de tus piernas, amanecer enredada entre ganas y picardía y una poca de juventud en su nuca. Era capaz de matarte vestida de femme fatale mientras mezclaban gemidos con sabor a libertad.
Y entonces, volvía, volvía y te resucitaba con un beso suave, pequeño, que escondía tal dulzura que a veces no podías despegar los labios de ella, te sonreía y sabías que lo que ella sentía era verdad, te hacía sentir de nuevo la sangre por todas tus venas hasta llegar al corazón, y era ahí donde te tiraba de esa cuerda que te hacía volver a palpitar entre un infierno envuelto entre sus cálidos brazos y unas ganas de vivir... en su boca,en sus manos, perderse en su pelo... mientras te recorria con un escalofrío que penetraba hasta la médula, que llevaba el nombre de paula... Paula...Paula... la pequeña, dulce y sinvergüenza Paula. 
Nunca sabremos qué paso con ella, por qué se perdió... Tal vez para que alguien la encontrara, aunque ahora ya sea demasiado tarde, no sé. Tal vez se escondió, tal vez su corazón se hizo añicos y estaba en reformas, o esperando a que el mundo que ella había construido volviese a amarla como ella siempre hizo.
 Pobre Paula, tan romántica y soñadora, tanta coraza para tanto corazón...
Quizás ese fue el problema, a lo mejor era tan profunda que daba vértigo y te obligaba a retroceder para no caer en ella.

Me duele perderla y no poder decirla, que puede que, todavía la siga amando...

lunes, 8 de abril de 2013


Sabina dijo una vez que los amores matan...Ingenua de mí 

que no lo hice caso, y aqui estoy, latiendo a borbotones 

suspiros, muerta de amor habitando tus costillas, que tal vez, 

sea lo más cerca que llegue a estar de tu corazón.

sábado, 9 de marzo de 2013

Besándome en la sien.




Querido diario,
hoy me siento más pequeña que nunca, más insignificante, más dolida.
Sé que estoy viva, porque el corazón se me retuerce de dolor, pidiéndome a gritos un descanso. Me recorres, por cada vena  que circula por mi cuerpo, y es por eso que se me eriza la piel sin ningún motivo;  latente el miedo que me descubre al mundo, y es que, cuánto más sola estás, más fácil es descubrirte, entre tanta gente nadie se fija en ti, y es así cuando mis ojos se convierten en Venecia  y el dolor se escapa por los desagües recordándome que yo seguiré aquí, intentando olvidarte.
Querido diario, me muero. No puedo más, no puedo más.
Estoy hecha trizas, soy una puzzle sin piezas y necesito mucho pegamento para unirme, o tiempo, tal vez demasiado.
Mis dedos callejean por mi torso, recordando la única vez que te perdiste en mis entrañas (...) mi pequeño aventurero hiciste algún que otro estropicio, todavía me topo con heridas de guerra en mis caderas y tu sabor en mis colmillos, y un corazón que palpita delatándome ante cualquier registro cardíaco al son de un qué-dá-té, qué-dá-té... 

 Mi defecto es no saber cumplir contratos con fecha de caducidad, no entender compromisos que se esfuman al alba, sin reglas, sin preocupaciones, sin sentimientos. Él problema está en que no te has dado cuenta de que yo valgo todas esas sonrisas que te he sacado, el problema es que no te has dado cuenta de que si utilizo carmín es para que me lo arranquen tus labios; en que mis segundos aspiran a ser los primeros en aspirarte por cada poro, en quererte sin pelos en la lengua y tu lengua entre mis alientos, y  mi espalda en tu pecho y tu pecho dándome los buenos días.
Necesito que me necesites y lo sepas, que me sepas sin necesitarlo y necesites saborearme ; porque al fin y al cabo me tienes sin saberlo, y sin necesitarme.

Nunca imaginé que el amor pudiese matar así, y aquí estás, besándome en la sien...

sábado, 2 de marzo de 2013

00.00


Cada medianoche me convierto en precipicio, de ese del que me caigo cuando se cruzan nuestras miradas entre las de tanta gente. Y se me cae la piel de loba que esconde al cordero, y ya que estamos el mundo también, y con él el maquillaje que oculta debajo el engranaje que hace funcionar a esta pequeña máquina llamada corazón que cada hora capicúa chirría deseos que quieren rozar tus mejillas.
Y es que el corazón se me para, ya no puede más, esta cansado de juegos absurdos, de rubias de bote y ciegos que no se esfuerzan por ver.El corazón en realidad, esta construido de un material mucho más frágil y maleable,y así puede adaptarse a cada persona, por lo menos casi siempre, puede que por eso, tus ojeras y mis curvas nunca lleguen a encajar, y por eso mis engranajes necesitan que le cambien el aceite de ese que sabe a ron barato y saliva de algún pub de Madrid.
No puedo negar que soy más de ti que de mí, de soñar que de dormir,de fingir sonreír cuando todo va mal, de follar a rabiar y amar a rabiar, de intentarte olvidar sin cesar. 
Tal vez, esta sea la última medianoche que se escape otro deseo, una última noche que no sienta mis manos si no las tuyas, tal vez ya me haya cansado de esperar que mis deseos se cumplan, y esté esperando que vengas y que los hagas realidad. 
Tal vez esté esperando quitarme la piel de loba y dejarme la de cordero para ti, no sé, serán disparates.
Pero para esta medianoche...
Mi deseo es tu lengua en mi paladar. Mis susurros en tu oído, mis te quieros en tu espalda y tus caricias matándose en mis curvas con unos ojos color Otoño que llenan de Primavera cada rincón de mi ser. Mi deseo es que vuelvas, 
 es conocer cada marca que deja tus colmillos en mi cuello y cada sabor que tu saliva puede impregnar mis mañanas. Apretarnos hasta hacernos daño queriéndonos quererMi deseo es saborear el abismo que puede ofrecerme tu boca si dejas al lado el resto del mundo... 
Aunque sólo sea por una noche.
Mi deseo eres tu...




fin.

domingo, 27 de enero de 2013

Daños colaterales.


Sus rizos se enredaban como sus pensamientos, Enero empañaba los cristales de olvidados te quieros, y el abismo retumbaba entre las cuatro paredes que la acogían. Se arañaba el pecho su corazón, quería ir, salir de ese infierno de deseos y dolores. Sus poros revivían el calor que le otorgaba ese cuerpo que alguna vez, fue suyo.Su piel contaba una historia de coincidencias, su corazón reconvertido en cenicero de dudas, y su sonrisa oxidada de daños colaterales.Y aún así  en lo más hondo de su ser, había amor.Maldita lógica femenina.
Intento aguantar, firme la barbilla y los sentimientos reprimidos, el orgullo por delante... Pero con tantas cicatrices se escapaba la tristeza..

- Te odio.Te odio porque me haces odiarme a mi misma por querer quererte, y no puedo hacerlo, no puedo, pero es tan difícil. Cada noche me acuesto intentando olvidar cada sabor que me ofrecía tu paladar, y tu cada noche te refugias en otra cama. Te odio, porque te has quedado un pedazo de mi olvidado en tu mano, olvidado como todo lo que huela a mi nombre. No entiendo nada, solo sé que duele y las lágrimas que se exprimen llevan con ellas palabras que algún día tuvieron sentido.
Y ahora tengo una espina clavada y no quiere irse por mucho que la eche. Quiero ser sola, porque ser contigo no es, ni será. Yo solo pienso en que no te conozco, no sé si quisiste  o si alguna vez lo has hecho. Merezco más, y ambos lo sabemos... Y se me corre el rimmel joder, y tengo los ojos encharcados... y dios, odio esto por si no lo sabías, solo quiero que me achuches y me digas que me equivoco en todo...Te lo pedía joder, sin pedírtelo, y no supiste escucharlo.
¿No vas a decir nada?
(...)
-Miau.
-Yo también te Miau. Demasiado.

viernes, 25 de enero de 2013

¿Que vacío sientes cuando todos te desean pero nadie te ama?
                                  ... demasiado vacío...

sábado, 19 de enero de 2013

Sobredosis. Microrelato.



Ella llegaba siempre con los tacones en la mano, y el pelo despeinado del viento de Enero, le daba un toque salvaje, rebelde. Con las mejillas sonrosadas, los labios carnosos rojos y sus ojos negros dilatados. Se sentaba en la cama y se desnudaba suavemente, con cuidado, deslizaba las manos por las medias hasta el final, como en una película erótico-romántica.
Notaba el fuego en su garganta, una impaciencia le rondaba la cabeza y su pulso se aceleraba por momentos. Su cuerpo lo necesitaba, lo pedía a gritos. Y entonces, como noche tras noche, abría la cajita roja de su estante, y lo amontonaba encima de la mesa, con cuidado, para que no se escapara ningún sentimiento. Y como noche tras noche, se inclinaba, y esnifaba amor.
La gente dice que el amor sube por el estómago, que revolotean mariposas, pero a la pequeña de la dulce sonrisa le vibraba todo el cuerpo, notaba mil besos en su cuerpo, roces de manos que no eran las suyas, susurros de voces graves que la decían proposiciones indecentes como que ‘ la amaban’. Su lacio pelo se revolvía, su boca exprimía sonrisas, y sus ojos revelaban que estaba metida hasta el culo de estupefacientes. Se sentía necesitada, querida, protegida.
Pero como noche tras noche, ese tiempo era efímero. Y con el paso de las lunas ella necesitaba más y más. Y como noche tras noche, ella abría su pequeña cajita mágica, y con una sonrisa en la cara entraba el amor por su boca. Estaba enganchada al romanticismo; “Un último gramo de flores y lo dejo” decía. Pero no podía, porque cada vez era mejor que la anterior. Un día inhalaba San Valentín, otro colocaba un candado en algún rincón de Roma, otras se sentaba en medio de Madrid a ver las luces con una jeringuilla llena de Te quieros puros. Otras bailaba tangos bajo las sábanas hasta acabar acurrucada junto a promesas y una cama fría o simplemente confundía la lluvia sobre sus labios con el roce de otra boca.
Y ella sin saberlo, exprimía amor por sus ojos. No se daba cuenta, creía ser una mujer fría, fuerte, pero la dulzura le asomaba cuando Madrid dormía. Lloraba, lloraba porque quería amor desde la punta de la lengua de otro, no quería consumir dosis de felicidad ella sola. Quería un compañero de vida. Quería un tacto real, quería amar por ella misma porque aunque los demás no lo vieran, ella tenía mucho que ofrecer, solo necesitaba una oportunidad para hacerlo. La daba igual morir en el intento, que la rompieran el corazón, valía la pena arriesgarse por ese sentimiento orgásmico que se siente al besar los labios del que quieres.
Pero pasaban los días y las noches, y cada vez moría un poco más, cada día metida un poco más de amor. Una vez que lo prueba no puede parar, hasta que, duele. Cada luna, su corazón se resquebrajaba, no podía aguantar todo el amor que guardaba y que nadie quería compartir.
Una noche, su palpitante corazón dejo de latir, desangrándose entre sentimientos. Murió allí sola, de sobredosis de amor.

sábado, 5 de enero de 2013

Te falta algo...o alguien.


Crees que vivir sin ataduras, sin compromisos ni comederos de cabeza, sin obligaciones con otra persona, te facilitarán la vida.Pero simplemente es una coraza, miedo a que sin previo aviso alguien se cuele en tu vida y te robe el corazón; ese que te han robado y perdido tantas veces.
Pavor a que alguien te cale y le necesites, que sin su presencia el respirar se haga más duro.
El sexo vacío en pequeñas dosis calma esa necesidad de necesitar, esa dependencia a que alguien te eche de menos y te cuide. No tener que darle explicaciones, porque en realidad, apenas le conoces, simplemente es una mentira esporádica donde abres las piernas y no tus sentimientos.
Pero al final, lo vacío cansa, esas conversaciones tópicas para caldear el ambiente y para acabar retozando en cada esquina que te encuentres.
Los orgasmos te hacen feliz, pero cuando se van, terminas por echar de menos algo que te llene, y no por un rato, que te llene de verdad en todos los aspectos.Alguien que te ofrezca orgasmos con cada beso, caricia, sonrisa y conversación. No cualquier orgasmo con  cualquiera del que sólo sabes su nombre y poco más.
Que prefieres que sea el que te quiere el que te empotre contra la mesa, que al fin y al cabo, es al que le tienes más ganas, y no sólo que por tu cama pasen cuerpos, si no personas.
Te cierras en banda para que no te hagan daño personas que no valen la pena sin darte cuenta que quizás, también pierdes a personas que podrían merecerlo,que podrían darte ese algo que tanto te llenaría.
Y al final, terminas cada noche con una sensación placentera y subidón físico, pero sigues sintiendo vacía,que te falta algo...
                          o Alguien.
"Aunque nadie te comprenda, has besado muchas bocas, pero nadie habla tu lengua".

jueves, 3 de enero de 2013

Reflexiones de una borracha.

Borracha, semidesnuda y sola. Mala combinación. Alcohol en sangre y oscuridad en la habitación.
Ayer,una rubita me llegó al corazón en las aceras de Madrid, con una cerveza en una mano y un piti en otro, me dijo una verdad que pocos entreveen; me dijo "Tu eres más sensual que muchas, y sin embargo escondes más sentimientos que ninguna"

Después de que te hayan jodido tantas veces, duele mostrarte, decir te quiero cuesta más, más que nada por el hecho de que te lo devuelvan con olor del perfume de otra o con sentimientos contradictorios.

Y con el alma entre las manos, los sentimientos tragados, una termina por cansarse de sentir y sólo tiene ganas de irse muy lejos, donde nadie la infravalore,donde nadie dé por hecho cómo es.

En fin, aquí me marcho, sin más ganas de escribir, que el whisky se me sale por las pupilas y mi almohada dice que me echa de menos.