sábado, 29 de septiembre de 2012

Pero no es tú.



Y me planteo que el hombre de mi vida sea mi gato.
Él siempre está a mi lado, se despierta con el sol para pasearse entre mis piernas -como tú -, es tan suave, y tiene esos ojos, grandes, enormes, casi verdes, que me miran con un nosequé... un nosequé que huele a amor. Algo que a veces echo de menos de algunos brazos.

Cuando tengo frío viene, se acurruca entre mis brazos y ronronea, hace ese ruidito que me hace sentir que estoy en casa. Le aplasto, juego con él, aguanta todas mis tonterías de niña pequeña y nunca se enfada. Siempre me busca. Al escuchar mi voz en el silencio viene corriendo y me maúlla cosas indescriptibles que solo yo contesto. Sí, estoy loca, pero es parte de encanto natural.
Él me cuida, me quiere.
Cuando mis lágrimas van al compás de la lluvia en las tardes de otoño se me sube encima y me empieza a pisotear con ganas de jugar. Y me hace olvidarme de toda la mierda que se me viene encima.
Nunca habla, y sin embargo es el único que sin decir nada es capaz de sacarme una gran sonrisa. Aparte de ti.
Él me entiende. Sabe que es más importante lo que callo y no lo que digo, lo que dicen mis pupilas, que se dilatan cuando apareces en los pasillos. Y aunque esa gatita blanca me haga competencia nunca duda en venir a mi.Algo que en estos tiempos.. escasea.
Él me conoce. Sabe que soy como un huevo kínder. Que tengo un tesoro dentro, pero que no a todos se lo dejo ver, nunca me pide explicaciones, y me abraza sin necesidad de pedirlo.
Le quiero tanto...
Pero no es tú.
No es tú.
                                             -Y eso marca la diferencia...-

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