miércoles, 5 de diciembre de 2012

De ahora o nunca.



Noches de alcohol. De ahora o nunca. De oportunidades que pueden no volver a suceder, de probabilidades de triángulos amorosos, y verdades sinceras tiradas de la lengua. Los diablos salieron aquella noche y no dejaron rastro de caras inocentes o figuritas blancas en el hombro, solo quedaron las alas que tú me dabas para volar en medio de tu boca.

Aquí no se busca autocontrol, solo la perdición de dos almas que se escurren entre pecados concebidos. Sigues sin creerte que mi boca no articula palabra, que si las miradas hablaran no quedaría nada de ti.
No me dejes ser solo a medias, no me dejes pensar en lo que podía haber sido. Desnúdame, desnúdame con palabras si no alcanzan las manos, conoce mi cuerpo con el roce de tus labios, suave, con cuidado. Susúrrame el cielo, quémame las dudas, rómpeme los esquemas. Me asfixia la coherencia que distancia tu aliento del mío. Búscame, cuando te  pierdas aquí estaré. No entiendo la forma de enredarlo todo, cuando es tan sencillo, nos gustan los retos, lo difícil, la búsqueda de lo infinito a través de reojos y roces furtivos.

Y es que se trata de gritarnos hasta comernos, hasta arrancar esta furia y convertirla en devoción. De abrazarte sin pudores, sentirme pequeña en ti, entre ti y por ti. Porque los besos me los dan otros, pero el sueño me lo quitas tú. Con tu rebeldía, esa chulería que me saca de quicio y que irremediablemente, me engancha como una droga, y esa dulzura que escondes, que saca el lado más dulce de mi.
Odio el paso de las agujas  del reloj que me recuerda el paso del tiempo, pues los segundos perdidos matan más que cualquier vicio. 
Y mis noches siempre serán tuyas aunque las tuyas estén en otra cama.

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