domingo, 1 de mayo de 2016

Querido remitente

Querido remitente:
Hace tanto que no te escribo que se me ha olvidado hasta la yema de tus dedos. Sólo venía a decirte que estoy bien o por lo menos mejor que antes. Así que gracias, supongo.
Ya no lloro, o por lo menos no de la misma manera. Ahora lo hago porque estoy cicatrizando y escuece, pero duele menos que cuando estaban abiertas. Supongo que lloro porque lo tengo dentro y las personas lloran cuando en algún momento no lloraron lo suficiente.
Querido remitente, hace tanto que no te escribo que casi tengo que inventarme como eras para recordarte. Recuerdo lo bello y poético de tu ser, aunque no las anacronías que aparecían en tu ceño por cada susurro de mi boca que no era a tu gusto. Me gustaba retarte, eso lo recuerdo. Junto a tu dirección, aunque jamás volveré.
Sólo quería escribirte para decirte que aunque tu no me encontraste lo hice yo. Y es tan maravilloso que hasta asusta. Y cuando el sol me acaricia siento que estoy en paz conmigo misma ¿sabes? Como que después de todos los errores abruptos hubiera llegado a una ladera, a mi nirvana.
Querido remitente, espero que estés bien aunque sé que en el fondo no. Espero que algún día dejes de tener miedo a los demás y no te alejes cuando sientas amor. Las personas dolemos, hacemos daño y somos imprevisibles, pero también somos bonitas, te lo prometo, y hacemos volar sin alas y reír sin ganas. Ojalá hubiera sido todo distinto y me hubieras dejado escribirte con conocimiento de causa, y aunque tendrías que descifrarme, a veces merece la pena buscar bajo la piel. 
Querido remitente, adiós, me marcho rumbo a cualquier parte, sin ti, sin billete de vuelta sin mirar atrás. No te olvides de que algún día formé parte de ti, y que aunque no lo quieras, lo sigo formando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario