domingo, 10 de enero de 2016

Metástasis.

Creo que sin poesía no podría existir ni cama ni mundo que te albergara.

Ni un albergue de almas perdidas, ni pérdidas de sueño cuando te sientas a mi lado. 
Ni creencias firmes, ni firmamentos, ni firmas de consentimiento para dejarte ir.
Creo que sin poesía no podría existir ni bocas ni tactos que te desearan. Ni deseos profundos de querer amarte.
No te preocupes por mi, me las apañaré solo, construiré un invernadero donde cultivar tu esencia, y tal vez, con suerte y con esmero, florezca una mariposa que tenga tus mismas pecas.
Que me deje pecar cada noche con tu ausencia,
de luto por sus alas, aquellas que me cortaste al irte del nido sin avisar.
Prometo regarla y cuidarla, prometo envolver mis lágrimas en crisálidas que cuelguen en el desván. 
Por si un día vuelves.
Por si un día no me olvidas. 
Y así cuando te sientas a oscuras, volarán cientos de colores entre cuatro paredes para recordarte que hay belleza hasta en el más recóndito escondite. Que lo más bello cicatriza, y si no cicatriza es que aún faltan unas manos que lo esculpan, como Rafael, como Miguel Angel, como yo.
Ellos hablan de la técnica de los paños mojados, yo hablo del alma empapada, ellos del cincel y yo de la triste de tu mirada. Exhiben en los más bellos museos sus obras de arte mientras que yo no encuentro arte en toda la tierra que exhiba la mitad de ti. Que si tu eres museo, quiero estudiarte, y si eres musa quiero inspirar hasta que entres dentro de mis pulmones. Y es que nunca fue tan bello tu metástasis por mi cuerpo. Reconcomiendome las entrañas hasta que mueren en mí los miedos, hasta que me pudra por ti, y para ti, hasta que no quede parte de mi carne sin tu firma de autor. 
Al final, no te esculpí, al final, tú me creaste.

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